Terminó la eliminatoria y saltó el Cholo enrabietado hacia sus futbolistas pidiéndoles cabeza alta en la vuelta de honor, mientras exigía a la afición que aplaudieran a quienes habían disparado la ilusión a los 28 segundos y tres horas después estaban exhaustos y hundidos. Los hinchas permanecían en las gradas atónitos y desencajados, aplaudían como podían, y buscaban en sus móviles qué narices había pasado en el penalti de Julián. El colmo de los colmos. El destino aún puede retorcer un poco más el drama del Atlético en los derbis de Champions. Si no hemos ganado esta noche, no lo hacemos nunca, mascullaban muchos en un Metropolitano que rugió durante horas. Pero habrá más oportunidades.
Porque la tanda rozó la tragicomedia. El Atleti quedó eliminado sin que le pararan un penalti y después de que Oblak salvara uno y el último se le escurriera. En estos dramas suele ocurrir que quien pincha es el héroe. La estrella. Podías imaginarte que Julián fallara su penalti, pero nadie podía ver venir que el error iba a ser así. Golazo… ¿VAR? ¿Anulado? ¿Qué? Inaudito, insoportable y doloroso para lo que viene: la Liga y la Copa en las que toca exprimirse porque el equipo y la afición se merece una alegría. Simeone decía en la previa que el único que sabía lo que iba a ocurrir en el partido era Dios. Visto lo visto en el Metropolitano, con semejante desenlace, yo creo que ni siquiera…
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