El Barcelona selló su pase a la final de la Copa de la Reina después de ganar, otra vez, al Real Madrid (3-1) en un estadio Johan Cruyff que contó con 3.689 espectadores en la grada. Los goles de Guijarro y Pajor [2] -luego llegaría el de Bruun- firmaron el triunfo azulgrana, que mantiene el pleno de victorias en los Clásicos (18/18) y permiten a su equipo pujar por un título más.
Hay partidos cuya trascendencia va más allá del resultado. El Clásico, y más concretamente el que aquí nos atiende, es un claro ejemplo de ello. Tras el 0-5 del Barcelona en el Di Stéfano, el billete para la final ya estaba firmado con sello azulgrana, si bien ambos equipos sacaron dos onces bastantes reconocibles donde la mayor sorpresa fue la titularidad de Leupolz, apenas 48 días después de sufrir una rotura del ligamento lateral interno de la rodilla derecha.
Las azulgrana llevaron las riendas del choque desde el pitido inicial. Sin prisa, sin urgencias, pero con ganas. Avisaron desde fuera del área con un Guijarrazo y un derechazo de Graham desde la medialuna; con Kika, que tras ganar la espalda a Lakrar erró en la vaselina ante Misa; y por ambas bandas, con Salma y Graham, con la clásica jugada de coger la espalda de la zaguera y central al carril opuesto. El cántaro se rompió a los 24 minutos. Graham asistió a Guijarro -que ha marcado en tres de los últimos cuatro Clásicos-, que definió con un disparo cruzado ante Misa.
Aunque el Real Madrid dejó detalles positivos, véase a una Athenea que intentó sin suerte plantarse sola ante Cata -cayó hasta en tres ocasiones en fuera de juego-, fue el Barcelona quien pudo ampliar su renta antes del descanso. Las más claras, un mano a mano de Salma ante Misa que la maña no finalizó con tino y una jugada coral que Lakrar desbarató cuando Kika se prestaba a finalizar.
Pajor salió en el descanso y no tardó en citarse con el gol. La polaca anotó a los dos minutos al aprovechar un regalo de Méndez para plantarse ante Misa y resolver con un disparo cruzado. Repetiría pasada la hora de juego al rematar un centro de Rolfö desde el costado zurdo. Los cambios, y la distancia en el marcador -parcial y global-, hicieron que el ritmo aminorara. Aún así, el Barcelona tuvo más opciones de hurgar una herida que no fue a más por la falta de puntería o las intervenciones de Misa. Sin embargo, ya en el tiempo de añadido, fue Bruun quien maquilló el resultado y rompiera una sequía goleadora de 786 minutos de su equipo en los Clásicos.
El Barcelona suma 21 victorias consecutivas en Copa, jugará su decimotercera final y buscará su undécimo título. Las azulgrana esperan rival, que se conocerá este jueves con el duelo que enfrenta al Atlético de Madrid y Granada en Alcalá de Henares (las rojiblancas parten con ventaja tras el triunfo por 0-2 en la ida).